lunes, 11 de febrero de 2008

ii

Despierto en la orilla cubierto de niebla, cubierto de la sal de mis lágrimas.
El mar moja mi cara pegada a la arena.
Y consigo levantarme.

Regreso a esta soledad que tranquiliza, donde el viento es solo mío,
y no me importaría alzar mi vista, quedarme parado,
y dejar todo a la naturaleza.
Siento ráfagas de vida inundando mi cuerpo,
mientras todo parece detenerse.

Te juro que hago todo lo que puedo por ser feliz.
El día se acorta, mi vida se agota.

El último suspiro me espera, y ya pude saber que se siente,
el no despertar mañana.

Es extraño, es oscuro, es profundo, es pesado.

sábado, 9 de febrero de 2008

i

Hoy comienza el viaje y tan solo veo la Luna derramando su luz sobre las copas de aquellos árboles.
El viento suave sabe silbar entre sus ramas, como agitar mi polo contra mi pecho.
El camino se hace largo, pero lo veo sin obstáculos, sin nada, como me gusta.
Todo en línea recta, perdiéndose en la noche, entre sombras, regresando a la luz amarilla y tenue, sin más, en oscuridad.

Enciendo el último cigarrillo para recordar.
Cierro los ojos y está tu sonrisa al amanecer, cuando no querias levantarte de la cama. Cuando estirabas tus brazos hacia el cielo y me mirabas.
Y con aquel beso de los buenos días me llenabas el día y mi corazón podía seguir latiendo.
Cierro los ojos y puedo recordar el olor de tu piel mezclándose con la última bocanada de este cigarrillo.

Siento que me estrello contra el pavimento pero no sufro, a pesar de todo.
Y quisiera repetir cada caída, hasta ahogarme de pena.