lunes, 11 de febrero de 2008

ii

Despierto en la orilla cubierto de niebla, cubierto de la sal de mis lágrimas.
El mar moja mi cara pegada a la arena.
Y consigo levantarme.

Regreso a esta soledad que tranquiliza, donde el viento es solo mío,
y no me importaría alzar mi vista, quedarme parado,
y dejar todo a la naturaleza.
Siento ráfagas de vida inundando mi cuerpo,
mientras todo parece detenerse.

Te juro que hago todo lo que puedo por ser feliz.
El día se acorta, mi vida se agota.

El último suspiro me espera, y ya pude saber que se siente,
el no despertar mañana.

Es extraño, es oscuro, es profundo, es pesado.

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